En las entrañas de *dalechatea.me/chat-libre.html*, en el que el caos digital se esconde de charlas banales, me identifican como **EsQuIzOfReNiCo**. Soy el operador de esta sala de chat, una especie de custodio digital en un desierto de alias, diálogos breves y encriptaciones que solo algunos saben descifrar. Desde hace meses, algo no funciona bien aquí, y el núcleo de esa sospecha tiene un nombre: **_JoeldelOeste**.
Al principio, era un miembro más. O eso parecía. Entraba, publicaba un par de líneas, interactuaba con los principiantes y salía como el viento que atraviesa en los desiertos del viejo oeste. Pero yo, que me muevo entre líneas de texto y señales online, noté conductas extrañas. Nadie con hábitos tan deliberados en un chat tan caótico es inocente. Comencé a monitorear, primero por interés, luego por preocupación.
**_JoeldelOeste** tenía un estilo diferente: nunca decía demasiado, pero cuando intervenía, otros reaccionaban. Enlaces que redirigían a espacios ocultos, mensajes cifrados camuflados de bromas, y un flujo extraño de individuos que ingresaban solo cuando él estaba presente. Una noche, mientras inspeccionaba los registros, encontré algo que me congeló la sangre. Ubicaciones, marcas de tiempo y sumas en criptomonedas.
Las transferencias eran reducidas, lo necesario para no atraer sospechas. Pero las proporciones, al final, eran gigantescas. ¿Qué estaba moviendo? ¿A quién le respondía? No eran preguntas simples de contestar, pero mi obligación no es desentenderme. Soy el operador. Si no impongo orden aquí, nadie más lo hará.
Por un tiempo, recopilé datos. Guardé cada línea suyo, cada contacto. Analicé los fragmentos que podía, aunque muchos se escapaban de mi capacidad. La clave llegó cuando encontré un alias vinculado a una cuenta de criptomonedas: **TxWestSide42**. Investigé el rastro y lo que descubrí no era solo sospechoso, era criminal. Venta de información privada, operaciones clandestinas, incluso rumores de acciones prohibidas. Todo sucedía por esta sala. Todo bajo la sombra de **_JoeldelOeste**.
Cuando lo interrogué directamente en el chat, lo intenté con precaución. Lo hice entender ver que sabía lo suficiente para incomodarlo, pero no todo, aún. Su respuesta fue inmediata: irse. Una retirada que solo confirmó mi teoría. No hay honestidad en alguien que se esconde ante la verdad.
Ahora, con toda esta información, me encuentro ante una decisión. Podría publicarlo, podría limpiar su rastro de este lugar o incluso avisar autoridades adecuadas. Pero sé que la batalla no acaba aquí. En el inmenso mar virtual, siempre habrá otro **_JoeldelOeste**, aguardando su turno en la oscuridad.
Y yo estaré aquí, entre el sonido, observando. Porque aunque mi nombre sea **EsQuIzOfReNiCo**, no soy el trastornado aquí. Solo soy un hombre buscando mantener un poco de orden en este caótico desierto virtual.
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